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Esta ocupación es muy benevolente conmigo en el sentido de que consume muy poco del tiempo que me resta disponible. Cuando estudié heráldica lo había hecho con un interés y propósito muy diferentes al de servir a la Iglesia. Pero en mi ambiente católico era inevitable terminar en esto, solo se trataba de una cuestión de tiempo.
Viviendo una vida conectada a la Iglesia es casi inevitable que se me pida para descifrar divisas y mottos, restaurar alguna pieza heráldica, diseñar un escudo o emblema para algún movimiento o cofradía, interpretar figuras heráldicas (charges), describir un achievement, o blasonar un escudo, investigación para descubrir el titular de un achievement, y otras cositas más, relacionadas.
Las apariencias engañan…
La heráldica es popularmente más conocida por su aspecto plástico, artístico, estético. Eso causa la falsa creencia de que se trata de cosa simples, que con un poquito de buen gusto y un “toque decorativo” se inventa un escudo de armas. Falso. (Hace unos pocos años había una verdadera moda de vender escudos heráldicos por la calle, en tiendas, en Internet…).
En este campo las cosas son un poquitín más complejas.
Para empezar un escudo heráldico no se “inventa”, casi se descubre. La Heráldica se divide en Ciencia H. y Arte H.
El aspecto final de un escudo es el resultado del Arte Heráldico, el cual por su vez ha obedecido estrictamente a una especificación técnica prescrita por la Ciencia Heráldica. Esta última se constituye de todas las leyes, reglas, convenciones y elementos distintivos que se aplican a una composición.
En una conferencia que he dado en Gibraltar, en el Mackintosh Hall, uno de los presentes me preguntó si alguna vez seria posible identificar el titular del escudo esculpido en piedra que se encuentra incrustado en una pared del pequeño patio existente en Saint Mary the Queen Cathedral, ya que la gente no se ponía de acuerdo, en una interminable discusión sobre distintas hipótesis.
Se sorprendió la gente cuando he dicho que no podría caber tal margen a discusiones por que debido a su composición se podía identificar no solo la identidad, sino que también la datación de la pieza, la territorialidad, la genealogía y el rango del titular de aquel escudo.
Factores como historia, genealogía, estilo, rango del titular, localidad, afiliaciones, historia (conquistas, hechos notables, acontecimientos), época, honrarías, nombre, ocupación y ciertas singularidades son factores que van determinando lo que resultará en la composición final. Como he dicho anteriormente, es más una cuestión de descubrir que de inventar y crear.
¿Habla Vd. Blasonamiento?
Do you speak Blazonry?
Parlez vous Blasonement?
Parla Blasonatura lei?
Sprechen Sie Blasonierung?
Para poder especificar una composición ha sido creado un lenguaje que fuese igualmente interpretado y entendido universalmente. Ese lenguaje se llama blasonamiento (blazonry).
Ese lenguaje nada tiene que ver con una simple jerga del vocabulario propio de los colectivos profesionales, medico, periodístico, deportivo etc. Esas cosas no constituyen un idioma, no pasan de una mera colección de palabras, que cuando mucho puede llegar a algunas decenas y se emplean incorporándolas como un apéndice a una lengua vernácula.
El inglés básico se puede hablar empleando entre 600 a 1,000 palabras.
El lenguaje heráldico tiene un vocabulario de 3,000 palabras, que en una buena parte suenan a francés pero tienen su origen en el antiguo normando.
Pero no es que sea considerado lenguaje debido a la cantidad de palabras que abarca, sino que realmente se trata de un verdadero lenguaje por que es hablado, escrito, tiene su gramática, verbos, declinación, substantivos, adjetivos, ortografía, sintaxis, estilo, semántica… ¡y hasta se le puede identificar la “caligrafía” del autor en la expresión dada a las figuras! Y además, es el único lenguaje que conjuntamente a hablarlo y escribirlo también se le puede dibujar.
La única desventaja es que… solo sirve para hablar de y en heráldica, no sirve para otra cosa…
No es el conjunto de técnicas, leyes y reglas lo que le complica la vida al aprendiz de heraldista, son sus múltiples excepciones (¡y las excepciones de las excepciones!). Es por eso que una formación seria no solo consiste en aprender, sino que después de la formación básica se requiere un seguimiento de complementación, mediante una tutela del maestro durante un cierto periodo, hasta el dominio de la Ciencia y Arte Heráldicas (la “sintonía fina”, el fine tunning). En caso contrario se corre el riesgo de que el resultado pueda ser composiciones estéticamente bonitas en cuanto que falsas.
En mi caso particular he tenido la bendición (otros llamarían a eso “suerte”) de tener por tutora del curso a la Prof. Jenny Dreyfus del Conseil International d’Heraldique, catedrática, historiadora, heraldista, genealogista, museóloga, erudita.
Aprovecho para aquí rendirle el justo homenaje por su grandeza y mi agradecimiento por la meticulosidad de su enseñanza, paciencia y dedicación.
En este punto se puede vislumbrar un poco del grado de complejidad de la Heráldica. Y para complicarle más las cosas al lego está la singularidad de los términos substantivos.
Por ejemplo, si te dicen que la representación de determinada figura heráldica consiste de un “cuadrúpede” con cabeza de toro con cuernos y expeliendo llamas por la boca, con garras de águila como miembros anteriores, las patas traseras y la cola de león, ¿Como llamarías a esa figura de animal heráldico?
Pues es de esa forma que se representa una pantera en la heráldica universal.
Anteriormente mencioné la trampa de las excepciones heráldicas. Ahora voy a revelar una otra, la de las matizaciones regionales.
¿Bien, ahora que sabes lo qué es una pantera heráldica (universal), como representarías a una pantera en la heráldica británica? Se representa con longas orejas puntiagudas, lunares coloridos por el cuerpo y saliéndole fuego por las orejas y boca…
¿Sabías que la figura que representa un león en la heráldica británica representa el leopardo para la europea? ¿O que en la continental, el león dependiendo de la posición o cantidad en que aparece en una composición se le pasa a llamar de otra forma?
La heráldica también rige composiciones en otras disciplinas, como en el caso de la vexilología, la numismática y la sigilografía.
Do you speak Blazonry? Oui, je le parle.
El lenguaje heráldico cuenta con una exclusividad frente a las demás lenguas, es la de ser universal. O sea, no importa cual sea el idioma del país, el blasonamiento será entendido y hablado idénticamente en todos. Si viendo aquí un escudo heráldico (por más complicado que fuese) lo transmitiera por teléfono a un heraldista en New York empleando el blasonamiento, él lo reproducirá allí exactamente igual al que estoy yo viendo aquí.
Cuando me preguntan cuales son las lenguas hablo, por broma, siempre incluyo el blasonry.
¿No te gusta el caldo? Pues toma dos tazas.
En el caso de la Heráldica Eclesial, a todo lo ya dicho hay que añadir otros elementos especiales, reglas y componentes propios de la Iglesia.
La Iglesia Anglicana también hace amplio uso de la heráldica, siendo que -
Contrariamente a un cierto prejuicio popular, la utilización de escudos por la jerarquía de la Iglesia nada tiene que ver con la ostentación, presunción, vanidad u otras tonterías por el estilo. Los escudos eclesiales son como una “firma pictórica”, que en el transcurso de los siglos ha servido como un tipo de registro histórico, que ha servido para documentar la época y la pertenencia de cada cosa, como edificios, monumentos, objetos, sepulcros y tantas cosas más. .
Por ejemplo, si vamos a Sacred Heart Church descubriremos que fue consagrada entre 1878 a 1903, porque sobre el portal de su fachada oeste se encuentra el escudo del Papa León XIII, cuyo pontificado se dio durante aquel periodo. Por ese proceso se ha podido reconstruir la historia de ciertas épocas de las cuales no teníamos registros escritos.
Pero no ha sido para interpretar el pasado que la Iglesia se adhirió a la utilización de la heráldica, sino que eso ha sido una consecuencia y no la razón para su adopción. Lo que es pasado hoy para nosotros fue tiempo presente para aquellos que la incorporaron a la Iglesia.
Era y sigue siendo cosa para una utilización práctica para los vivos. Ha tenido y sigue teniendo el propósito de identificar sin margen de error quien es quien en la jerarquía de la Iglesia, bajo la jurisdicción de quien se encuentra un determinado edificio o sector, o a quien le está designada alguna sede o cualquier otro objeto. Desde muchos siglos se tiene la costumbre de utilizar el anillo de la autoridad con el escudo de su titular para imprimir en el lacre de una bula u otro documento importante para asegurarle la autenticidad.
En el caso de ver un escudo fijado en algún edificio de la Iglesia, cualquier sacerdote sabrá cual es el rango del responsable por el espacio en que se encuentre, conforme el escudo porte tiara, sombrero, mitra, determinado tipo de cruz, báculo, en función del número de borlas etc.
A menos que el trabajo artesanal en la confección del escudo conduzca al error, debido a una mala interpretación y ejecución del blasonamiento.
Por ejemplo, en una palestra dada en el Rotary Club me preguntaron de quien era el escudo fijado en la torre del reloj de la Catedral Saint Mary The Queen. Respondí que de nadie que yo supiese, y que si la composición estuviera representada al revés sería del Papa Pío IX… Hay distintas razones por las cuales estar representado tal como está allí podría todavía no tratarse de un error pero decididamente, en este caso se trata de un error. (Probablemente aplicando el diseño para el molde inversamente a lo que debiera haber sido. Faltó la supervisión de un conocedor de la materia).
Definitivamente, pese a la primera impresión de “cosita decorativa” provocada por un escudo de armas, la heráldica no es un juego para niños.